Colombia está en la mira. Quizás tímidamente, pero es un hecho: empresas del mundo están comenzando a observarnos, impulsados por los cambios en la geopolítica global, como la actual confrontación comercial entre EE. UU. y China, y por la necesidad de encontrar nuevas rutas para manufactura de valor agregado.
Este es un momento que debemos aprovechar
No para dejar de construir país desde el mercado nacional —eso sigue siendo fundamental: generar empleo, apoyar a nuestros empresarios, acompañar el desarrollo local de dispositivos—, pero sí para entender que exportar también es hacer patria.
Internacionalizar productos tecnológicos no solo es posible, es necesario si queremos contribuir a que Colombia gane competitividad. No podemos quedarnos con la idea de que solo se exportan flores, café o banano. También podemos —y debemos— exportar tecnología, conocimiento e innovación en forma de productos electrónicos.
Sabemos que pensar en internacionalizarse puede generar temor. Por eso vale la pena considerar enfoques progresivos. Uno de ellos es el modelo por etapas, propuesto inicialmente por Cavusgil y otros autores, que plantea una evolución natural para muchas empresas, resumiendo la internacionalización en 5 etapas:
1.Presencia exclusiva en mercado doméstico: Operar localmente, consolidar calidad y capacidades.
2. Fase de preexportación: Investigar mercados, analizar factibilidad y prepararse internamente.
3. Exportación experimental: Hacer los primeros envíos a mercados cercanos para aprender del proceso.
4. Exportador regular: Exportar de forma sostenida y sistemática.
5.Compromiso intenso con mercados extranjeros: Esto implica alianzas estratégicas, representantes e incluso filiales productivas.
Aunque es un modelo clásico, sigue siendo útil para muchas empresas en mercados emergentes. Hoy también existen enfoques más modernos, como el de las Born Global: compañías que nacen con vocación internacional desde su origen. Pero para quienes estamos consolidando nuestras bases, avanzar por etapas puede ser el camino más sólido.
En nuestro caso, la internacionalización de la manufactura electrónica ya comenzó. Contamos con representantes en México y Estados Unidos y estamos en la consolidación de alianzas en países que ofrezcan condiciones estratégicas.
Mientras los pasos hacia la internacionalización se van dando, seguimos haciendo la tarea en casa: fortaleciendo nuestra calidad, mejorando nuestra eficiencia operativa y optimizando nuestros esquemas logísticos para ser cada vez más competitivos desde Colombia.
Y, como en todo viaje, escuchar la experiencia de otros es clave.
Uno de los puntos de partida más potentes para dar el salto internacional es, sencillamente, escuchar. Escuchar a quienes ya recorrieron ese camino, a quienes han enfrentado los retos y pueden compartir no solo sus logros, sino también sus errores.
En nuestro caso, nos nutrimos constantemente de los conversatorios, cursos y charlas organizadas por la Cámara de Comercio Colombo Americana (AMCHAM) y por la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia. Además, compartimos experiencias con colegas que están en procesos similares. Por ejemplo, el maravilloso almuerzo con Camilo Corredor, fundador de Cohete y directivo de PHC Group, quien nos compartió con generosidad su recorrido internacional. Nada más valioso que quien ya lo ha vivido te diga qué no hacer y qué sí funcionó.
Definitivamente, el diálogo cercano y el compartir experiencias con colegas que están en la misma aventura deja enseñanzas muy importantes. Estos encuentros nos inspiran, nos ubican en la realidad y nos permiten tomar decisiones con más perspectiva
Tal vez tu empresa ya comenzó el camino, pero… ¿sabes con claridad en qué etapa estás y qué sigue?
Definirlo estratégicamente te permitirá alinear recursos, capacidades y alianzas para avanzar con foco.
¡Confío nos veamos en el camino!